Una furtiva lágrima
rasga mi mejilla como rasgado queda mi corazón.
Una segunda lágrima
araña mi piel como arañada está mi alma.
Una tercera lágrima
explota en 1000 pedazos como lo hace cada día mi sentir.
Una cuarta lágrima no llega
pues no derramaré más lágrimas por ti.
Una quinta lágrima
ni sueñes que llega...
como no llegará otra oportunidad desaprovechada.
Una sexta lágrima no te mereces
como no te mereces una primera.
Una séptima lágrima se desvanece
como las mentiras que he contado.
Una octaba acompaña a una novena y otra décima
creando así un lamento incontrolable,
que no me permite hablar,
que no me permite gritar mi vacio,
ni me permite vislumbrar la luz del sol,
y en el caso de poder contemplarte,
ni siquiera se dibujaria tu rostro en la lejanía,
las lágrimas me impiden ver.
Acércate, acaríciame y dime que eres tú,
revélate ante mi y bésame.
Acércate tu!, pues yo ya no veo,
cegada de amargura estoy.
Acércate, háblame y sécame estas lágrimas
que son fuente inagotable de mi pesar.
Acércate y acállalas con delicadas caricias,
acállalas con un beso tierno,
consuélame y hazme reir como antaño.
Acércate y no te apartes.
Acércate antes de que la nada me invada.
La nada me acecha de nuevo,
me lleva otra vez al precipicio,
al abismo, al lugar de donde no me deja salir.
Se me acaba el tiempo,
date prisa si quieres salvarme,
date prisa
pues este es el último grito que me queda.
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